De la Guerra de la Independencia de España a la Revolución de Mayo, del Virreinato del Río de la Plata al presente. José Fermín y Fiorenzo viajan en el tiempo y la distancia como protagonistas de cambios a las dos márgenes del Atlántico.
"Un canturreo cristalino nació entre las olas del río Guadalquivir mientras
el 25 de mayo de 1808 naufragaba hacia la noche. En la orilla, el ritmo
distendió a José Fermín y le dio impulso para acomodar su taberna. Con la luna
primaveral escalando en lo alto del cielo español, la Plaza de Toros del Campo
de la Merced en la vieja Córdoba se aprontaba a celebrar la Feria de Nuestra
Señora de la Salud. Como una pausa al terror de aquellos días, una madrugada de
vinos, música y encuentros estaba en camino; tal como los viajantes que no
querían perderse aquel clásico andaluz".
"Sobre la otra orilla del Guadalquivir vislumbraron el camino de
las sierras. Atrás, Córdoba ardía, se desangraba como un toro domado por las aspas
francesas. Sangre y vino atufaban el ardor en que sucumbían templos y casonas".
"Así fue la vida esos casi noventa días. Con las barbas tupidas y
el hollín de la Córdoba en llamas lavado por el salado mar, Fermín y Fiorenzo
una tarde conocieron el Río de la Plata.
—Tierra
—arrancó de su garganta un marinero y los ojos de ambos estallaron de intriga.
Se aferraron a la proa casi con devoción. El horizonte —en medio
de bañados, arroyitos y cañadones— dibujaba
sobre la meseta puñados de casas bajas y sencillas, alguna que otra cúpula y el
hormigueo de sus pobladores. Al fondo, una verde inmensidad se abría paso".
"En simultáneo, Cisneros tartamudeó el fin de su Junta y prometió
llamar de mañana a un nuevo Cabildo. A su alrededor, el peregrinaje salido de lo
de Vieytes celebró entre gritos y proclamas que tras la larga madrugada del 25 en
el Virreinato asomaba una nueva Junta: criolla y patriota.
Fiorenzo y Fermín, sin embargo, no acudirían a la Plaza de la
Victoria. Habían emprendido, una vez más, un largo viaje".
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