Un día, en el futuro, Wenceslao, de la Galaxia Ihagy, tuvo
una visita inesperada.
—Wenceslao, soy un Ihagem, ente de esta galaxia. Tengo una misión para vos.
Wenceslao, entonces, fue a parar a la Edad Media. Frente al castillo del Duque de Muarsaux.
—Wenceslao, soy un Ihagem, ente de esta galaxia. Tengo una misión para vos.
Wenceslao, entonces, fue a parar a la Edad Media. Frente al castillo del Duque de Muarsaux.
Sin saberlo, había llegado justo a tiempo. El Duque estaba
en aprietos. Una invasión lo acechaba.
Wenceslao creyó interpretar la voluntad de Ihagem y entonces
ayudó al desdichado Duque. Para él resultó fácil espantar a ese noble caballero. Apenas mostrarse un poco cascarrabias y listo.
En recompensa, el Duque festejó el triunfo y ofreció la mano
de su joven hija.
Wenceslao, desorbitado, dijo sí. Así hubo boda y todo lo
demás hasta la noche de bodas. Sin embargo, Wenceslao se llevó una amarga
sorpresa cuando estaba por concretar aquel encuentro:
—Wenceslao,
soy un Ihagem, ente de esta galaxia. Tengo una misionsita para vos.
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